Blogger Template by Blogcrowds.

Yo digo muchas cosas, me gusta oírme.
Una de ellas es que este blog no tiene pretensiones porque lo utilizo como terapia, es una de esas afirmaciones que hago, en principio por vergüenza pero que acabo dándome cuenta de que es verdad, o lo convierto en la verdad, aun no sé del todo si las cosas son como son porque las digo o digo las cosas como son sin darme cuenta, o ninguna de las anteriores, a veces solo digo tonterías.

Una de las razones por las que considero que no tiene pretensiones es porque nadie o casi nadie comenta. A mi me gusta que así sea y no, no es falsa modestia, es la verdad. Me da bastante miedo que la gente comente, cuando veo 0 comentarios pienso: ok, todo sigue en su lugar, sigo siendo la chica del pupitre de atrás que no habla con nadie, nadie ha venido a darte falsas ilusiones, tu mediocridad esta a salvo, nadie quiere arrebatártela, sigues sin tener que esforzarte para alcanzar algo que lograste fortuitamente una vez, no habrá desilusión.
También me horroriza que alguno de los que pueda hacerlo sea un conocido directo, no tengo tanta confianza con casi nadie que conozco como para mostrarme tan débil y traumatizada, tan sensible como parece que soy cuando escribo aquí, la mayoría de la gente se ha pasado la vida alabando lo fuerte que soy, así que es el papel al que me he acostumbrado, es fácil ser fuerte. En realidad no, en realidad lo que es fácil es interpretar el papel que te toca, porque levantarse cada mañana a comerse el mundo es lo más difícil que hay. Que pereza.

¿Para qué te has abierto un blog si no quieres que nadie comente? pensaría una persona normal...

Porque hay días que me estalla la cabeza y necesito soltar la mierda que llevo dentro, a la gente no le gusta que le hables de muerte, de traumas infantiles de dolor y de sentimientos de soledad y abandono, nadie te aguanta tanto tiempo si solo tienes eso en la cabeza, ni siquiera un psicólogo aunque le pagues 60 euros la hora. A veces hay que actuar , ser fuerte para que los demás estén cómodos.
Al principio si tuve pretensiones, pero era porque estaba encandilada por los blogs, había gente que se gana la vida con eso, que maravilla, ganarte la vida sin dejar la comodidad de tu hogar, que conveniente, pero no es realmente una pasión porque yo solo escribo cuando la cabeza me va a explotar, no me apasiona escribir, no sirvo para escribir nada que no sea un desahogo, tengo faltas, no tengo la formación suficiente y cuando empezaba a tener inquietudes por la literatura mi mundo se fue a la mierda. Que nadie comente para decir lo contrario por favor, no soy tan imbécil.

¿Cuantas veces se puede utilizar la misma excusa?

La muerte de mi madre sirve lo mismo para un roto que para un descosido, si no continué leyendo no es porque mi madre muriera, sino porque era una adolescente estúpida que prefería evadirse de otra forma, huir y pasármelo bien que molestarme en averiguar que tipo de libros podían enseñarme algo, esa es la verdad. Y para cuando se me paso a edad del pavo lo único que quería era enamorarme, y ahora... Ahora solo quiero quedarme embarazada, tener un hijo y poder enseñarle todo lo que yo ansió saber, volver a renacer con él, repasar cada etapa de su vida y aprender de nuevo lo importante que es todo.

Ayer me termine la revista Orsai, me ha gustado mucho y de las cosas que más me ha llamado la atención y que ansiaba leer era "sugerencia para futuros lectores" de Natalia Méndez. Las influencias son importantes y es algo que me gustaría tener claro cuando sea madre, y me hace pensar en que una de las pocas cosas que conservo de mi infancia es un libro que mi madre me regalo para reyes cuando era pequeña y no nos dejaban vernos.
Cuando lo pienso me da risa, porque es un libro tan amargo que solo me lo podía haber regalado ella. El libro se llama: El destello de Hiroshima, esta escrito por Toshi Maruki, y cuenta una historia de lo que les sucedió a Miichan, una niña de 7 años, y a su madre el día que cayo la bomba atómica en su ciudad, el libro, como todos los libros infantiles tienen poca letra de gran tamaño y es casi todo dibujos, estos son unas preciosas acuarelas de cuerpos desmembrados, sangrientas, de cadáveres desnudos, oscuros, amontonados y ondas expansivas teñidas de sangre y amanecer. No tiene final feliz, no tiene moraleja inmediata y positiva como la de la tortuga y la liebre, la única moraleja de ese libro es que la vida es una mierda porque en ella hay unos señores que matan con armas de destrucción masiva, que ese es un concepto muy distinto a lo que un niño esta acostumbrado a que le cuenten, porque el resto de adultos hablan de ratoncitos Perez, reyes magos y cosas muy tontas y que nunca son verdad.
En la primera pagina, que es de un dulce rosa, destaca escrito a mano un: Para Luna con amor y una ramita de florecitas secas que desconozco quien puso ahí.
Me gustaría saber en que pensaba el día que se le ocurrió regalármelo, seguro que no en que yo, más de 20 años después, estaría preguntándome cual era el motivo de que escogiera ese y no otro. Una pregunta a la que no tenemos respuesta, porque los muertos se van así, con cosas por explicar.
Años más tarde, cuando ya vivía con ella, creo que fue a los 12 0 13 de edad, me prestó para que me leyera 100 años de soledad, me dijo que era su libro favorito y yo me lo tome como una obligación (entonces yo ya sabía que teníamos poco tiempo para conocernos y ya la había exculpado de sus errores, para mi era normal que con sus circunstancias se hubiera equivocado tanto) quizás por esa obligación que me impuse se me hizo tan denso, lo de los nombres repetidos me irritaba, no conseguía acordarme cual de todos los Aurelianos Buendías era hijo, padre, o abuelo. Ahora que lo pienso quizás se lo compre a F a ver si así se le quitan las ganas de que le pongamos a nuestro hijo su propio nombre, que lleva también su padre, cuando vea que va a ser un lío enorme leer nuestra historia y así seguro se le pasaran las ganas. Ojalá le guste y él si pueda entenderlo.
Quizás así lo pueda leer de nuevo yo también y darle al libro la oportunidad de entenderlo en lugar de leerlo para tratar de entender a mi madre, cosa que es demasiado complicada.

Pero el titulo me sigue acojonando, 100 años son demasiados para sentir soledad.

¿Sabes esos momentos en los que un detalle, un sueño o una canción te devuelven a otro tiempo?
Me acaba de pasar, en este caso es una canción, una que me encanta, una que me hace sentir felicidad amarga, que me da nostalgia.

Y es nostalgia de un tiempo en el que intuía el dolor, pero aun no sabía lo que era. En el que desesperadamente trataba de ser lo más feliz posible, porque sabía que se acabaría pronto. a una época en la que poner un cassette y bailar dando saltos encima de la cama era suficiente, en la que contagiar a toda la casa era sencillo, en la que bailar en medio del salón tenia sentido.
Yo entonces no entendía la letra, tan solo palabras sueltas, hoy que mi nivel de inglés es mucho mejor, y se lo que dice, tiene incluso más sentido.
Cuando dice:

I would tell you
That I loved you
If I thought that you would stay
But I know that it's no use
That you've already
Gone away


Solo puedo pensar en mi madre, sé que probablemente es una canción de amor, pero a mí me recuerda a aquella época en la que mamá estaba ya enferma pero aun le quedaba energía y eramos cuatro en casa, a una época que no llorábamos, en la que todos nos obligábamos a ser felices porque ya teníamos bastante con lo que iba a llegar.
Aun así me pone contenta, no creas, siempre me saca una leve sonrisa, me da un ligero alivio, me transporta a aquella casa, a algo que casi puedo oler. No sé si ese sentimiento es sano, no quiero ser una persona que se recrea en el dolor, pero esto es diferente, es como si pudiera volver por el instante que dura la canción a tener 15 años, al mismo cuerpo, a intentar reírme de todo, escondiendo lagrimas en mis ojos, porque nosotros no llorábamos...

">

Si existieran las realidades alternativas, si fuera cierto que se crea un mundo paralelo por cada decisión que tomas y que no tomas, lo que más triunfaría seria poder hacer turismo en ellas.
¿Quien gastaría millones en hacer turismo para ir a la luna o al espacio? ¿Ver un sitio inerte, lleno de polvo y en el que con cualquier descuido morirías de una forma horrible?
No, yo sin dudarlo un segundo haría turismo a otras realidades, iría a un día en un mundo en el que elegí otra cosa.
Primero iría al mundo donde un niño de 11 años pasearía de mi mano y me llamaría mamá y al volver seguiría sintiéndome agradecida de poder haber vivido todo lo que he vivido sin él, agradecida de haber tenido rubéola y de que pasase lo que pasó. Pero daría lo que fuera por verlo aunque solo fuera un momento.
Iría después a ver un mundo paralelo donde todo fuera completamente distinto, a uno donde no me hubiera equivocado tantas veces.
Me pregunto si en alguno de esos universos hubiera decidido no casarme con F, seguro que en algunos de esos universos no hubiera estado cansada de mi vida y no me hubiera ido a Londres dejándolo todo aquí, en alguno de esos mundos paralelos hubiera decidido que liarme con mi jefe el segundo día de trabajo no era lo más apropiado, en alguno de ellos no lo hubiera vuelto a dejar todo de nuevo para irme a un país en el que no conocía a nadie solo por amor.
En cualquiera de esos universos sería hoy por hoy desgraciada.
Así que solo iría a esos mundos por turismo, ver lo que hay y volver a mi placido mundo, en que tengo las consecuencias de todos mis actos, pero no me arrepiento por ello.

¿Son todas las relaciones pasajeras?¿Son piedras con las que tropezarse por el camino?
¿Buscamos solo gente con las que suplir nuestras carencias?
Hace poco me preguntaba porque toda la gente que me rodeaba era un completo desastre, porque de toda la gente a la que conocía, no se hacia uno.
¿Era mi culpa por buscar ese tipo de gente?
¿Estaba haciendo una criba para castigarme secretamente?
¿Estaba yo tan mal que me fustigaba con los problemas ajenos?
¿Necesitaba desarrollar mi rol de enfermera-mamá y por eso los buscaba y no solo los encontraba, si no que los ensalzaba como lo más importante de mi vida, aun por encima de mí misma?
Supongo que si.
Supongo que es más fácil relacionarse con gente que está peor que tú, porque alguien que está más sano, te puede dar un toque y ponerte en tu sitio, por suerte, la vida también me ha dado de estos últimos, a pesar de mis reticencias, y aunque he intentado huir de la gente sana como de la pólvora, mi estrellita ha sido más rápida.
Igual es la edad, pero se me han quitado las ganas de problemas. Ya no me asusta tanto la rutina ni la gente normal.
Ya no quiero amigos desastre, porque solo eran piedras que me hacían caer y no me lo merezco.




Rehúso a pasar la página del calendario,

Rehúso a contar el tiempo,

Pero es inevitable, la llegada del primer frío,

Y de este viento.


He perdido la cuenta de los años,

He perdido los años al llorarte,

Pero es inevitable, el acordarme,

Y sufrir.


Maldigo a Noviembre por llegar ,

Maldigo a la rutina por lograrlo,

Pero es inevitable, como lo fue tu muerte,

Y el dolor.


Prometo que cuando pase sonreiré

Prometo que cuando pase volveré a vivir

Pero es inevitable, sentirme así

Y mejoraré.


A mi madre

29-11-59 / 10-11-97


Me fuerzo a recordarla, en algunos momentos, porque tengo miedo que sea algo borroso con el tiempo.
Recuerdo las fotos, pero no recuerdo mucho de mi infancia con ella, tengo un ligero recuerdo de estar dentro de una bañera, con mi hermano y en sus manos, una bolsa llena de juguetes que nos echaba a la bañera para que jugáramos mientras nos bañaba. Otras imágenes no son tan tiernas; les recuerdo peleándose, a él tirándole del pelo, maltratandola y no era solo a ella, a mi no, no sé por qué, quizás porque yo si que era suya, no tiene sentido y prefiero no pensarlo.
Me da miedo dejar de recordar su tono de voz, su mirada, o su cara, sé que pasará, por que prácticamente ya he olvidado su olor y su risa.
Me fuerzo a recordarla porque ya he pasado mucho más tiempo sin ella, del que pase con ella.
Me separaron, rodé de casa en casa y de colegios, perdí y repetí cursos, se falsificaron papeles de matriculas, primero con él, luego con mis abuelos, luego de nuevo con él, entre tanto un año en París, ese año no fui a la escuela, me daba clases el jodido loco de su padre al que odiare siempre, y otra vez con él.
Hasta que nos encontró, menos mal que los pueblos son pequeños y la gente habla. Al principio solo podía verla los fines de semana, iba a Valencia en tren a su casa, y pasaba el fin de semana con ella y con mi hermano al que solo lo había visto dos veces desde que nos separaron.
Fue como un bálsamo, ella no me pedía que fingiese, a ella no le tenia que mentir diciéndole que la quería más que a los demás, como me hacían decir los otros, nunca entendí porque me hicieron tantas veces la pregunta de que a quien quería mas, ahora sé que tendría que haberlos decepcionado la primera vez que preguntaron, para que se les quitara las ganas de andar comparando entre familiares quien era mejor a los ojos de una niña, supongo que es el precio que hay que pagar porque no te metan en un internado como a tu hermano.
Cuando llegaba los domingos por la tarde y volvía a su casa, él buscaba síntomas de que yo lo había pasado mal, me hacia preguntas sin parar, muchas veces tuve que fingir que así había sido, y entonces él se quedaba más tranquilo.
Llegó un punto en que no quise seguir fingiendo, supongo que las hormonas estaban empezando a sacar la rebeldía, porque de haber sabido como podía ponerse me hubiera quedado callada, recuerdo una vez que me persiguió por toda la casa gritándome que ella estaba enferma y se estaba muriendo, una vez levantó uno de los sillones de la sala y lo lanzó contra la pared, yo me quedaba petrificada, porque pensaba que la siguiente sería yo, porque no era la primera vez que le veía pegar a alguien, un domingo no soporte más ataques de locura por sus celos, le dije que me diera dinero para el tren, que me volvía con mi madre y me dijo que no, así que me fui a mi habitación, metí algo de ropa en la mochila del colegio, me guarde unas monedas y me fui sola a la estación de tren, desde allí llame a casa de mi madre y le dije que tomaba el siguiente tren, que me esperara en la estación y me pagara el billete porque me iba a colar, solo tenia 10 años.
Me quede con ella y aunque solo fueran seis años, fueron geniales.
No me puedo imaginar llegando a la adolescencia, y siendo como soy hoy, sin ella.
No quiero pensar en todo lo que tuve que pasar tras su enfermedad y su muerte, si ella no me hubiera enseñado a ser fuerte.
Me hubiera equivocado muchas más veces, habría sufrido más.
De no haber sido por ella, mi vida sería infinitamente más aburrida.
Estoy orgullosa de tener sus ojos, de verla cada vez más, cuando me miro al espejo.

A veces trato de olvidar las cosas, de ser como mi perra y vivir solo el presente.
Otros días se trata solo de evadirse, puede ser viendo series, películas, leyendo la entrada de 30 blogs, un libro, o perdiendo el tiempo.
La mayor parte del tiempo la cuestión es no pensar.
Pero voy a tratar de hacer memoria.
Desde hoy, voy a recordar como ha sido hasta hoy todo.
No será nada demasiado importante, ni nada de lo que a veces no me haya reído.
Pero como llevo un mes de baja en casa y no he sido capaz de añadir una sola entrada, creo que será mejor que empiece a contar lo que quería contar.

Si le pido algo a mi marido al ritmo de una canción de Metallica lo obtengo.
Siempre es bueno descubrir estas cosas después de pasados tres años juntos.

La experiencia me dice que hay momentos que no son los indicados para ir al médico, por ejemplo: En los cambios de turno en un hospital, en los festivos, en el día que tu médico de cabecera vuelve de vacaciones o en el primero de Septiembre, cuando la generalitat ( o eso ha dicho la enfermera después de que unos cuantos viejos ávidos de recetas se le echaran encima, que la culpa es de la Generalitat) decide pasar la zona de pediatría a la consulta que antes era la de tu médico, sin que nadie ponga un misero cartel para que sepas cual es ahora su nueva consulta, especialmente cuando no te han dado cita, aunque sea urgente, con el argumento de que hoy todo el mundo ha vuelto de vacaciones y que esta lleno, que tu plan consista en interceptar al médico cuando entre en su consulta para contarle tu problema para que se apiade y te cuele en el lugar de alguien que no haya venido, todo esto para que después de esperar 4 horas en un asiento incomodo, con los gritos de los niños y olor a viejo, se cuelgue el ordenador y no se pueda leer tu tarjeta sip, te den un nuevo parte de baja, te digan que te sigas tomando el ibuprofeno y te manden para casa.
Sin mirarte, sin intentar solucionar tu lesión, ni decirte cuanto tiempo seguirás así.

Suena una puerta que se abre, la cafetera, la ducha...y luego nada...
Luz, calor.
Vueltas en la cama, almohada que cae al suelo, despertador.
Luz, calor.
Suena otra puerta, esta vez la de un armario, el jadear incesante de la perra que tiene calor.
Yo tengo aun sueño.
A lo lejos ruidos de obras, emisoras horribles de radio con los éxitos del verano...
Dios!!! cuando pararan!!!
Nada, ya no hay remedio, la ciudad ha despertado, la gata maúlla por comida, la perra corretea por la casa, todo el mundo hace ruido...
Maldición!

¿Dónde quedaron los días donde habían ilusiones?





¿Dónde ha quedado el sentimiento de que todo puede mejorar?





¿Por qué parecemos tan dormidos?





Necesito un mundo mejor, y lo necesito ya.

hay una voz dentro de mi.
Esa voz, suena parecida a la de mi madre, pero no, es mía.
Es una voz que sabe más que yo, que se anticipa a los hechos, es la voz que tengo cuando sueño.
La voz me avisa siempre, me cuenta lo que va a pasar, aprendí a escucharla aquel día que corrí alrededor de una mesa para quitarle la maquina de tetris a mi hermano, la voz me decía: -No sigas, no vale la pena.
Pero mi rabia pudo más y seguí persiguiéndole por el pasillo, no pude frenar a tiempo cuando mi hermano se encerró en su cuarto y atravesé el cristal de la puerta, 24 puntos me recuerdan que la voz siempre tiene razón.

La voz me habla a menudo, me habla cuando una amiga va a tener un accidente con el coche, me habla cuando el amor de mi vida necesita que lo deje todo para ir junto a él. Siempre que ha pasado algo importante en mi vida, la voz sonaba, pero cada vez lo hace menos.
Y me da miedo.

La gente me da asco.
Quizás sea yo, quizás sean ellos.
Pero me caen mal, me parecen deformes y feos, mediocres y alienados.
Me parecen basura.
Da igual que sean dos marujas precoces que parlotean con una voz aguda o un grupo de adolescentes con bañadores ridículos en la playa.
Da igual si es la gente que no sabe llevar el carrito en el supermercado, o la gente que se para en medio de la calle y no te dejan pasar.
Todos son la misma escoria.



Preparo otra cerveza michelada mientras suena:

El sol golpea con furia en la terraza, llegan hasta mi los pequeños rayos que se filtran por la persiana...
El limón y la sal primero, e inmediatamente después la cerveza, helada, llega como un pequeño balsamo, a darme solaz.
La música me transporta al pasado, a 15 años atrás. A un pelo rojo rizado, a la furia y rebeldía, a que nada importaba y no habían consecuencias.
Siento alivio del tiempo pasado, de no sentir ya la desesperanza, las ganas de autodestrucción, la soledad, el abandono.
Ni aquella necesidad de ser amada, de necesitar aunque fuese, una pequeña parcela de cariño. Lo habría dado todo y creo que lo hice, muchas veces, aun a riesgo de quemarme.

Pero al final, solo es un recuerdo más, en una tarde calurosa, con una cerveza en la mano.
Ya todo eso ha pasado, nadie puede imaginar cuanto me alegro de estar donde estoy hoy, ni cuanto me ha costado, encontrar lo que yo sabía que quería.

No hay nada mejor que vivir al lado de la playa en verano.
Bajas de tu casa, caminas 3 minutos y ahí está esperándote, el mar, la brisa, la arena...
Pones tu toalla en el suelo, abres la neverita, sacas una cerveza helada, contemplas el horizonte, te metes un rato en el agua, te dejas llevar por las olas...
Y vuelves a tu casa cuando el sol empieza a picar, o cuando te entra hambre.
Ojalá siempre fuera verano.

¿Pudieran ser estrellas en la noche,
brillando con luz propia,
sus ojos?

¿Pudieran ser raíces,
profundas en la tierra,
aferradas con fuerza,
sus brazos?

¿Pudiera ser el mar,
que apacigua y mece,
Su pecho?

Él ilumina mi diario camino,
él hace que me aferre a la vida,
él me da paz, calma, sosiego.
La esperanza de un nuevo día.
Me da un futuro,
tan solo con un beso.

Hoy he sentido sorpresa, asco, impotencia y rabia por el acto de otra persona.
Pero me he apoyado en las personas a las que quiero, y me han calmado el corazón.
Hoy también he leído a Esteban Echevarría, y me he sentido bien.
Me gustan las metáforas, buscar en ellas la comparación simple, directa, la esencia de lo que el día transmite, y encontrarlo en ese momento justo, es como un soplo de aire fresco, pura delicia.
Me gusta encontrar en ellas un momento eureka, eso que te hace pensar que todo está conectado, que te hace borrar las lineas auto-impuestas que nos separan de ese momento de lucidez, de esa verdad.
Me gustan las metáforas.
Pero no usaré ninguna para decir que mi jefe es imbécil.



Mucho Calor, el aire no se mueve, la cerveza se calienta.
La humedad hace que la poca ropa se quede adherida, agobiando, oprimiendo el alma.
La música suena también cálida, alivia.
Las caricias, en cambio... no, no puede haberlas, son pegajosas, sudadas, tropiezan.
Me vuelvo loca.
Demasiado calor.
Otra cerveza, fría. Nuestra amiga.
Y la música, que parece cansada.

Hoy estoy cabreada, me he despertado y antes de que consiguiera establecer mi sentido de la gravedad y de acostumbrar mis ojos a luz del día, me lo dicen y grito: -No, no, no.
La derecha ha vuelto a ganar.
Rápidamente enciendo el portátil, reviso los periódicos, miro los resultados, voy a los foros de política... no, no, no...
Conversamos sobre ello mientras desayunamos, pero yo estoy ya de mal café, relincho, maldigo, repito una y otra vez que la historia nos dice que una Europa de derechas nunca ha traído nada bueno, que la historia no se ha de repetir. Paso de la exaltación a la rabia, de ahí a la impotencia, para llegar a la desilusión, al hastío y a repetir lo que ya se sabe, que los nuestros no votan y están divididos, que Europa no le importa a nadie.
Pero ¿Y la ecología? ¿Y el planeta? ¿Es que solo existe la crisis y el paro? ¿Es que la corrupción no cuenta? No, no, no.
No lo entiendo.
Ultra derechistas, Democristianos, Católicos, Conservadores y Mafiosos.
A ellos son los que les vamos a pagar su sueldo durante los próximos 4 años.
Si, estoy enfadada.
No solo por el resultado, si no por la abstención, por que no le importe a nadie.

Es lo único que quiero.

Volverme chiquitita, invisible, no necesitar nada.

Recuerdo mi vida con nostalgia como si la hubiera vivido otra persona o la hubiera soñado. Pienso en las personas que he alejado de mi, pero no siento nada, solo vacío.

Miro a mi alrededor y no me falta nada, tengo casi todo lo que siempre he querido, y no quiero nada. Solo hay una excepción. F.

Él es el ancla que me sujeta, el que cuelga la lista de objetivos para el 2009 en la puerta de la nevera, el que me devuelve el reflejo de lo que soy en el espejo que son sus grandes ojos, los mismos que han perdido la chispa desde que quiero desaparecer. F quiere ayudarme, pero no sabe como, yo miserable como soy, no quiero ni siquiera que lo consiga.

Pienso en como empezó esto y recuerdo unas cartas de mi padre, escritas en letra verde, que mal gusto.

He presumido siempre de haber aprendido de los errores de mi madre, parece ser que me olvidé de aprender de sus aciertos, uno de ellos alejarse de ese hombre tóxico. Esas cartas narraban su versión de la historia en clave de drama exculpatorio, que decidí leer dispuesta a perdonar, aprender y saber mas sobre porque me sentía tan abandonada, pero las buenas intenciones no valen con los escorpiones, por que ya se sabe que es su naturaleza, y que si madre era algo, era ser lista, no siempre, pero en esta si.

Resumiendo, que tras comerme toda la mierda de los demás, de salir furiosa a vivir la vida cuando murió mama, de no querer llorar, de todo lo bueno que había construido, después de sentirme orgullosa de mi misma, todo se va a la mierda. Pero no fue inmediato, no es que que me leyera cuatro cartas y me deprimiera, no, decir que me siento así por cuatro letras sería demasiado exagerado. Solo fue un detonante, la patada que saca de debajo de la alfombra la basura que había escondido. Salí varias veces del trance, una de ellas cuando me fui a Londres en 2006, porque de eso iba la cosa, de entretenerme, volví a vivir, que falta que me hacía.

Pero una vez aquí, de nuevo esa sensación es mas fuerte que el azul del cielo, que la sonrisa de F y que el paso del tiempo. Pero prometo mejorar.


Para que no sirva de precedente, yo sigo siendo la tía dura que le dice a los demás lo que hay. No se tomará esta confesión como prueba por debilidades y/o errores futuros.

Entradas antiguas